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todos los hinchas del rojo te deseamos lo mejor y te decimos:

EL ARCO DEL TRIUNFO


Ganó todos los clásicos que jugó, mantiene el cero en su arco y con sus manos protege el sueño del Rojo


Seis horas consecutivas sin recibir goles. Un detalle crucial para explicar la marcha de Independiente, líder del torneo Clausura. Adrián Gabbarini, con 24 años, logró afirmarse como arquero titular de un club que parece resuelto a recuperar el protagonismo y la gloria perdidos en los últimos años.

Gabbarini es, sin dudas, un claro exponente de la escuela de arqueros en la que se ha convertido Independiente gracias al trabajo de años de un símbolo del puesto: Miguel Angel Santoro.

“Me gustaría que no le llegaran tanto al equipo -cuenta cuando analiza su momento- pero uno debe estar preparado para responder en todo momento y, cuando el trabajo sale bien, uno se siente satisfecho”. Lo cierto, es que a esta altura de la competencia, Gabbarini, quien se adueñó del arco que en un principio Gallego le había confiado a Hilario Navarro, se ha convertido en protector de buena parte de la renovada ilusión de los hinchas rojos.

Independiente gana y, en un análisis rápido, el trabajo de su arquero ha sido fundamental para darle forma a esas victoria. Tanto, que ha transformado su hábitat en el arco del triunfo, merced a una estadística explosiva: en todos los partidos jugados en Avellaneda, en lo que va del torneo, Independiente sumó de a tres.

Pero hay otro dato categórico y tiene que ver con la racha de Gabbarini que ganó todos los clásicos que jugó desde que está en Primera: a Racing (2-1), a River (3-1), a San Lorenzo (3-0), a Boca (2-1), a Racing (1-0) y a River (2-0). Una marca inédita y envidiable.

Gabbarini tuvo que esperar su oportunidad en la larga cola de buenos arqueros que han surgido en Independiente en los últimos años; incluso, por consejo del propio Pepé Santoro, fue a jugar a préstamo al Independiente mendocino para ganar horas de vuelo. Le tocó después ser suplente de Ustari primero y Assmann después y, encima, cuando le llegó la hora el club incorporó al correntino Navarro que perdió la titularidad por culpa de una lesión. Hoy, su nombre aparece en la lista desesperada de transferibles que armó la dirigencia para buscar el dinero que falta para encarar a varios frentes.

Mentor de Gabbarini, como de muchos otros, Pepé Santoro hoy se desempeña en el club en una tarea diferente, a la caza de talentos por el interior del país. En su prestigioso haber conserva una lista de arqueros formados que arrancó en la época de Sergio Vargas, Gustavo Irusta, Prono y Gustavo Moriconi, pasando por Damián Albil y Daniel Islas (hoy plenamente vigentes) y llegando la última camada de arqueros llenos de condiciones como los trágicamente desaparecidos Lucas Molina y Emiliano Molina, más Oscar Ustari, Fabián Assmann, Emiliano Martínez (transferido a Arsenal de Inglaterra en 1,5 millones de dólares antes de debutar en Primera), José Luis Cornaló y Diego Rodríguez.

Un currículum ejemplar que acompaña la ilusión de Independiente. El arco que hoy es de Gabbarini, y que alguna vez fue de Santoro (y en cierta forma lo sigue siendo), es el arco del triunfo. Sólo seis goles en contra, anotados por tres de los nueve equipos que enfrentaron a Independiente, hacen del equipo de Gallego, que aún no juega bien en ofensiva, un hueso duro de roer. Y dicen que los grandes equipos se arman de atrás para adelante; si es así, el Rojo va bien encaminado.

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Walter Busse, una de las piezas clave del mediocampo de Independiente, sufrió la fractura de tibia y peroné en la pierna izquierda durante el partido ante Chacarita Juniors y, obviamente, se perderá lo que resta del campeonato.


A los 17 minutos de juego, el salteño trabó el balón con Emanuel Centurión, justamente un ex Rojo, chocaron las piernas y Busse se quedó tendido en el suelo. Sus compañeros se acercaron inmediatamente y, al ver la grave lesión, pidieron desesperados el cambio.

Tal fue la preocupación del cuerpo técnico que Gallego, en pleno partido, fue al vestuario a ver cómo estaba el jugador. Tras el encuentro, los médicos de Independiente confirmaron la lesión e informaron que será operado de urgencia en el Sanatorio Profesor Itoiz, de Avellaneda.

el 6ª clasico


Mientras los equipos importantes están cada vez peor, Independiente venció 2-0 a River, sumó su sexto clásico consecutivo y, de yapa, es único líder del Torneo Clausura 2010. Darío Gandín y Andrés Silvera anotaron los goles para un Rojo que fue de menor a mayor y terminó a puro toque ante un Millonario inofensivo, que coquetea con el descenso.


El primer tiempo del equipo de Américo Gallego fue muy flojo, aunque en los primeros minutos el Rojo presionó y fue superior. Independiente demostró ímpetu desde el inicio para meter a River contra el arco de Mario Vega y lo logró, pero tuvo poca profundidad: apenas un tiro de Gandín y un cabezazo de Silvera que el arquero visitante controló sin ningún inconveniente.

Sin embargo, a partir de los 15, River copó el medio, se hizo dueño del balón y mostró su mejor cara, al punto de haber estado cerca de abrir el marcador por medio de Matías Abelairas, quien solo frente a Adrián Gabbarini remató al bulto y el arquero sacó el remate de gran manera. Para fortuna del Rojo, Gustavo Canales se demoró en rematar tras capturar el remate y la defensa ahogó el peligro.

Cuando faltaba poco para el cierre, e Independiente no generaba nada, Walter Acevedo habilitó de manera magistral a Gandín, quien a la salida de Vega, definió bien y puso el 1-0. En el festejo, el Chipi se llevó las manos a sus oídos en respuesta a los murmuros que se escuchaban desde las tribunas ante los constantes fallos que venía teniendo. Más tarde, el capitán se fue aplaudido y saludó a la hinchada.

En el complemento, Independiente lavó la pálida imagen del primer tiempo y fue amo y señor del juego ante un River muy chiquito. Y así, a puro toque, los de Gallego se pusieron 2-0: pared entre Piatti y Busse, centro del ex Gimnasia de Jujuy y aparición goleadora por el medio del área de Silvera, quien con un remate mordido, le dio la estocada final a un Millonario que después no supo qué hacer para llegar al arco de Gabbarini.

Hasta el final, el Rojo manejó la pelota y controló sin problemas a un visitante pálido, sin ideas, que nunca puso en peligro el triunfo local. En tiempos en que los grandes son cada vez más chiquitos, Independiente sí le hace honor a su historia y mira a todos desde arriba. ¿River? En vez de hablar de amargura, deberían preocuparse por preguntarles a los de Racing dónde comprar calculadoras…

fuente: http://www.infiernorojo.com/independiente

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